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El ojo representa una pequeña porción del cuerpo humano, representando una fracción decimal de la superficie corporal anterior.
El 50% de la información que recibimos de nuestro entorno la recibimos a través de los ojos. La información que recibimos en un simple vistazo a nuestro entorno se guarda durante un segundo en nuestra memoria y luego la desechamos casi toda. La mayoría de las degeneraciones oculares suelen aparecer en la adolescencia, pero el riesgo de contraer dichos trastornos aumenta considerablemente a medida que se envejece.
La luteína, no puede ser sintetizada por nuestro organismo y ha de ser incorporada por la dieta, es transportada en la sangre unida a lipoproteínas de alta densidad y es captada sobre todo por la retina y el cristalino; allí se metaboliza a zeaxantina. La luteína y la zeaxantina se conocen con el nombre de “pigmentos maculares” por ser los pigmentos que se encuentran en la mácula. Su función es proteger esta zona de la retina y el cristalino de la acción oxidante de la luz. La luteína y la zeaxantina reducen el daño oxidativo provocado por la luz azul, como lo han demostrado algunos estudios y protegen al ojo frente a reacciones fotoquímicas debido a la capacidad antioxidante que ambas poseen. Diversos estudios han demostrado que el consumo de productos que contienen luteína y zeaxantina se asocia con un menor riesgo de cataratas y degeneración macular senil, debido a la actividad antioxidante que presentan.
En las cataratas el cristalino pierde transparencia por el depósito de moléculas oxidativas en su superficie. El papel fundamental de la luteína y la zeaxantina es evitar la formación de radicales libres y de moléculas oxidativas, que son las causantes de los daños en las membranas de las células de los tejidos oculares.
Varios estudios confirman que la concentración de pigmentos maculares (luteína y zeaxantina) en la retina está directamente relacionada con la sensibilidad visual en sujetos mayores de 64 años, observándose una disminución simultánea de estos pigmentos a medida que aumenta la edad de los sujetos. La suplementación con luteína durante un periodo de tiempo de 3 meses produjo una reducción del 30 al 40 % en el daño producido por la luz azul en los fotorreceptores y en otros tejidos afectados. Otras investigaciones están permitiendo establecer relación entre la ingesta de estos antioxidantes y las cataratas, llegando a la conclusión de que las dietas ricas en carotenoides, concretamente en luteína y zeaxantina, ofrecen una influencia protectora contra el desarrollo de cataratas.
Ideal para adultos con poca vision
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